Todo comienza en marzo 2020. Recién hace 2 meses había empezado mi primer trabajo en blanco, en una empresa de software, y mi novia venía desde Buenos Aires a Mar del Plata para mi cumpleaños. En un ataque de negación, ignoramos completamente la inminente declaración de estado de pandemia.
Si bien nunca tuvimos una pandemia en nuestras vidas, era algo que se venía hablando en noticieros. Si bien nadie puede hacer futurología, hay que evaluar siempre todos los planes y actualizarlos en caso de situaciones así, armar planes secundarios y/o conocer la posibilidad de que se puede llegar a cancelar. ¡Pensar en caso de desastre también!
Al día que llegó, se anunció el comienzo de la cuarentena. Yo, totalmente confiado de que iba a terminar en 2 semanas, vi mi cuenta y me parecía normal gastar todo mi sueldo en los días hasta que termine. Spoiler: la cuarentena se extendió, ella no pudo volver a Buenos Aires y yo era el único con sueldo.
Los desastres pueden pasar. Cómo los encaramos y hacer un análisis en frío es lo más importante.
Estuve pagando un alquiler de Airbnb con mi sueldo de junior, haciendo la universidad. Como los gastos no me daban, tenía que tomar todas las horas extras que podía, y además tomar un segundo trabajo como desarrollador Frontend part-time solo para poder comer. La locura total de no buscar un alquiler permanente, o, al menos, algo más barato, pedir a domicilio, adoptar a un gato callejero (que no me arrepiento en absoluto), pero que llevó inevitablemente a uno de los peores momentos financieros de mi vida, donde literalmente en el día 15 del mes ya no me quedaba ni un solo peso. Tampoco pedí ningún tipo de ayuda a mi familia, básicamente vivía a base de horas extras ya que todo se iba en el alquiler.
0 Educación financiera es esto — el estado completo de estar a un paso en falso de quedar en la calle o tener que volver con los padres.
Tomé muchas malas decisiones durante ese año, con el pensamiento de que el trabajo duro y el aprendizaje me iban a sacar automáticamente de ese lugar. Igualmente, he de decir que, a pesar de todas estas situaciones, algo en mi cerebro y la formación que mis padres me inculcaron, más que verlo con ojos fríos, fue un instinto. Ahorré lo suficiente como para pagar los 3 meses adelantados para poder mudarnos a un nuevo lugar.
El trabajo duro puede salvarte de muchas cosas. Es un valor que agradezco haber aprendido.
Venía con las complicaciones de ir anotando lo que cobraba en papel; se me perdió el papel y terminé en deuda.
No podía anotar ni siquiera los ingresos y gastos generales (suscripciones y pagos) e ingresos extra de los pagos de horas extra. Nunca los contabilicé como para saber cuánto estaba ganando y gastando.
Al final, ya que la casa la querían vender alrededor del verano, nos terminaron echando del lugar.
Esto es lo que pasa cuando no tienes contrato. No tienes nada asegurado. Siempre el valor se construye a partir de la confianza y la palabra. Si no hay confianza, no se puede construir sobre una base inestable. Esto aplica para todo en la vida, no solo en un alquiler. Hay que estar respaldados e ir de abajo para arriba. También es el concepto de los gastos fijos. Sin tenerlos en cuenta, es muy difícil proyectar a futuro.
Terminamos viviendo 15 días en el garaje de mis abuelos para, por fin, mudarnos a un nuevo departamento.
Un barrio más alejado, por la zona de las avenidas, mucho más humilde, casa vacía sin heladera y durmiendo en el piso.
Típica imagen de recién independizado, pero sin ningún mueble en camino. Era un canvas en blanco.
Pero con un alquiler que representaba el 30% de mi salario, sentía que tenía un aire de respiro: Una vida de clase baja, pero con un balance positivo. Al estar tanto tiempo dedicado a la programación, tenía básicamente el doble de experiencia que un programador de mi tiempo. Jornadas de más de 14 horas de aprendizaje y experiencia en programación me daban tanto un beneficio económico como un apalancamiento exponencial en oportunidades. Aun teniendo que empezar de 0, la esperanza era un factor importantísimo en este período, estar libre de deuda, empezando un nuevo trabajo gracias a esas horas de dedicación.
Me abría entre un 30–40% de salario en gastos fijos y el resto para poder disfrutar. Fue muy difícil diferenciar lo esencial de lo necesario. Es decir, con mi nuevo capital libre podría hacer lo que en la experiencia pasada no podía, pero también tenía nuevas responsabilidades, como comprar las cosas básicas en la vida de una persona: una cama, ollas para cocinar, sillas, mesa. Pero también otros gastos que, al no tener una idea clara, fueron grandes pesos: pedido a domicilio (llegaba a gastar 200 USD mensuales por no cocinar), juegos, salidas.
Y, una incursión en un intento de inversión de negocio de cultivo de hongos comestibles en casa, que fue un verdadero hoyo de capital cuando no tenía ni las condiciones ni había planteado cuánto realmente costaría hacerlo funcionar. En este tiempo me di cuenta de que muchos negocios que fracasan empiezan por esa esperanza ilógica de sacarnos de una situación complicada.
También hacíamos más compras al mayorista pero realmente no sabíamos cuánto nos ahorrábamos, o si realmente nos ahorrábamos algo.
Alrededor del principio de este proyecto, empecé a iluminarme financieramente. Me había descargado la app de control de gastos, separé en cuentas la cuenta personal de la del proyecto, la mantenía actualizada diligentemente, pero se hacía muy difícil en momentos ya que mi pareja gastaba y queríamos mantener la misma cuenta pero no se podía compartir, entonces teníamos que hacer doble tarea. Pero al usar la misma account a veces la data se repetía y otras no, terminó siendo un desastre.
La Feature de compartir de Biyuya soluciona este problema.
Luego, un solo llevaba las cuentas pero no la podíamos extraer de la app para hacer nuestros gráficos. Después, al ser solo para celular, y al ser pobre, se nos rompió uno de los celulares y no podía usarlo en la computadora donde estaba la mayoría del tiempo.
No se guardaba online, ni en pc.
Al final, tuve que repetir a mano toda la información a una base de datos de Notion que nos permitía llevarlo siempre y actualizado entre los dos. Y así pasamos varios meses donde empezamos a crecer financieramente a base de presupuestar, estimar gastos y comprobarlos, saber en qué podíamos recortar y en qué nos convenía ir a escala. Por ejemplo, nos empezamos a dar cuenta de que comprar comida en mayorista nos ahorraba un 10% en comida en promedio sin cambiar ningún hábito alimenticio, a pensar en tener un fondo de emergencia, a empezar a fondear un seguro de desempleo. También pude calcular que el proyecto que era un agujero financiero tenía que terminar, pero hubo un problema de fondo que terminó siendo demasiado complejo para una simple plantilla de Notion: mantenerlo actualizado era difícil ya que al poner muchas rows en la base de datos se mezclaba la información, no podía separarla y graficar sobre ella, ni exportarla como yo quería. Y el problema de fondo era la inflación; no me servía de nada anotar si el mes que viene tenía que ajustar cada ítem, por lo tanto, no sabía qué era caro o barato, ya que tendría que automatizar otra tabla que trajera la inflación y etc. Entre medio seguía usando papeles también porque no sabía dónde poner el resto de mi información financiera más allá de gastos e ingresos, como deudas, planes a futuro, cálculos y más. Fue un despelote que no pude mantener en el tiempo.
Finalmente, pude conseguir un trabajo en el exterior y empecé a recibir un sueldo en otra moneda más estable, lo cual fue un gran alivio. Pero también es un problema más ya que ahora tengo que manejar tipos de cambios variables, en un país pesificado donde los precios varían tanto en valor real como en nominal. Era imposible hacer cuentas y estimaciones en 2 o más monedas reales en otra aplicación que tuvieran algún tipo de cambio y inflación, que son factores que hoy en el mundo están pegando muy fuertes.
Viendo los problemas y soluciones que tenía, y más siendo programador, dije: ¿Y por qué no hago mi propio sistema? Así nace BIYUYA, que me permitió crecer económicamente y ponerme en un camino hacia la libertad financiera. Hoy en día, gracias a BIYUYA, ahorro más del 70% de mi salario, y lo invierto para poder retirarme a los 45 años. Estas son las cuentas a las que llego gracias a haber aprendido y a poder aplicar la diligencia que uno puede llegar a tener cuando la meta es clara y, encima, tiene una herramienta que lo ayuda en el proceso.
Obviamente, retoqué y la armé como un proyecto que primero me sirva a mí, ya que si no me servía y no tenía todo lo que yo querría usar, menos se lo iba a poder recomendar o dar a nadie. Así que me aseguré de pulirlo a un punto donde día a día pueda hacer en la app las cosas que necesito sin tener un contador personal, e inclusive proveyendo la información y los aprendizajes que fui teniendo a lo largo del camino de BIYUYA.
Y el nombre BIYUYA en realidad la app se llamaba Fintrack, pero el nombre lo tomaron unos estafadores que habían puesto la dirección en el banco central de Finlandia, (cuando no, un banco central). Así que tuve una crisis de nombre ya que ninguno me gustaba, me parecían todos muy tendenciosos hasta que decidí volver a qué es realmente la app y dije: Esto se trata de la plata, de la Biyuya. ¡Y de ahí sale el nombre!
Esta historia no solo ha sido sobre sobrevivir a situaciones económicas difíciles o sobre iniciar un negocio exitoso. Ha sido sobre aprender, adaptarse y superar desafíos con creatividad y determinación. A través de BIYUYA, no solo he encontrado una solución para mis propios problemas financieros, sino que también he creado algo que puede ayudar a otros a alcanzar sus propias metas de libertad financiera. La historia de BIYUYA es una prueba de que, con el enfoque correcto y las herramientas adecuadas, es posible transformar los desafíos más difíciles en oportunidades para crecer y prosperar.